Sólo cuando es capital personificado tiene el capitalista un valor ante la historia y ese derecho histórico a existir
que, según el ingenioso Lichnowski, no data. Sólo entonces, su propia necesidad transitoria va implícita en la necesidad
transitoria del régimen capitalista de producción. Mas para ello no ha de tomar como impulso motor el valor de uso y el
goce, sino el valor de cambio y su incrementación. Como un fanático de la valorización del valor, el verdadero capitalista
obliga implacablemente a la humanidad a producir por producir y, por tanto, a desarrollar las fuerzas sociales productivas y
a crear las condiciones materiales de producción que son la única base real para una forma superior de sociedad cuyo
principio fundamental es el desarrollo pleno y libre de todos los individuos. El capitalista sólo es respetable en cuanto
personificación del capital. Como tal, comparte con el atesorador el instinto absoluto de enriquecerse. Pero lo que en éste no
es más que una manía individual, es en el capitalista el resultado del mecanismo social, del que él no es más que un resorte.
Además, el desarrollo de la producción capitalista convierte en ley de necesidad el incremento constante del capital invertido
en una empresa industrial, y la concurrencia impone a todo capitalista individual las leyes inmanentes del régimen capitalista
de producción como leyes coactivas impuestas desde fuera. Le obliga a expandir constantemente su capital para conservarlo,
y no tiene más medio de expandirlo que la acumulación progresiva.
http://www.dw.com/es/el-capital-un-libro-que-quiso-cambiar-el-mundo/a-40514673
En lo que Marx se equivocó
Pero esta conclusión se basa sobre un error, concluye Bernd Ziesemer, ex redactor jefe del diario de negocios y economía "Handelsblatt". "Marx consideraba que el trabajo era la única fuente de valor y pasaba por alto el hecho de que el capitalismo no funciona por la explotación de los trabajadores sino por el constante progreso tecnológico. Marx subestimó las otras fuentes de riqueza, es decir, la innovación, el espíritu empresarial y el progreso tecnológico", dice Ziesemer.
De ese modo, algunas de las evoluciones social predichas por Marx no se cumplieron. La industrialización y la permanente tecnificación de los procesos de producción llevaron a la disminución de los costos de producción y a la reducción de las horas de trabajo. Sin embargo, esto no fue acompañado por un empobrecimiento simultáneo de los trabajadores. El capitalismo demostró ser extremamente adaptable, subraya Puhovski. "De tal manera que hasta en nuestro tiempo libre surgió una industria del ocio. Algo impensable en los tiempos de Marx", dice el filósofo Puhovski.
El fracaso real de Karl Marx, sin embargo, no son los crímenes cometidos en su nombre, subraya el filosofo croata Zarko Puhovski. Marx estaba convencido de que el colapso del capitalismo sería inevitable y que sucedería pronto. Pero esto no ha sucedido. Incluso 150 años después de la publicación del primer volumen de "El Capital", sigue habiendo tensiones sociales, diferencias de clase y la explotación como base de las condiciones de producción. "El fracaso de Marx reside en el hecho de que todavía es tan actual", dice Puhovski.